Artículo publicado por el CECI Bolivia
En marzo de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 se extendió a Sudamérica, el gobierno boliviano cerró las fronteras e impuso una cuarentena estricta en todo el país. El municipio de Torotoro, situado en el centro del Parque Nacional Torotoro en el departamento de Potosí, quedó aislado. Los turistas dejaron de viajar, dejaron de explorar tanto las formaciones rocosas únicas del lugar como las huellas de dinosaurio fosilizadas. Para una ciudad que depende en gran medida del turismo, esto fue un golpe
serio. Guías turísticos, restaurantes, hoteles, todos se encontraron sin ingresos de la noche a la mañana.
Para hacer frente a esta crisis y limitar sus repercusiones, el CECI Bolivia y sus socios pusieron en marcha rápidamente una serie de acciones para dar una respuesta inmediata en términos de medidas de seguridad (como el uso de cubrebocas y el lavado de manos), pero también para preparar a todos los sectores ante la inminente llegada de turistas. Poco a poco se van reanudando los viajes dentro del país. Una nueva carretera pavimentada entre Torotoro y Cochabamba, la ciudad más cercana, promete aumentar considerablemente el número de visitantes.
Dirigido por el CECI Bolivia y su socio local CISTUR (Centro de Investigación y servicio en turismo), el proyecto también contó con la participación del gobierno municipal de Torotoro, la coordinación del Ccobitur (Comité de control de los protocolos de bioseguridad turística de Torotoro), la Asociación de Guías de Torotoro, el Parque Municipal de Torotoro, el Instituto Técnico Superior de Charcas y el Servicio Nacional de Áreas Protegidas.
El proyecto incluye talleres sobre medidas de seguridad, pero también un componente de investigación para evaluar la evolución de la pandemia en la región, en el que participa un equipo de médicos. Aproximadamente 100 participantes, la mitad de los cuales son mujeres, han recibido capacitaciones para poder recibir a los clientes de forma segura.
Dado que el municipio busca la certificación en bioseguridad para que se le considere como destinación segura, el proyecto también ha incluido varias mesas de debate sobre el tema y sobre las formas de aplicar concretamente dicha certificación.
Cuando se camina por las pequeñas calles de piedra de la ciudad, ya se pueden ver los efectos del proyecto. Los comercios han colocado carteles de concienciación con dibujos de dinosaurios que se lavan las patas o llevan cubrebocas. Hay un puesto de lavado o desinfección de manos a la entrada de los hoteles. Como en cualquier otro lugar, cambiar los hábitos de las personas para que sigan los procedimientos de seguridad no es fácil. Algunos resisten, otros no creen en la gravedad de la situación.
Sin embargo, la capacidad de resistencia de la población local y la necesidad de estar preparados para cuando lleguen los turistas ha sido ser un verdadero motor de cambio.
Estas acciones se llevaron a cabo a través del proyecto "Acciones estratégicas y respuesta rápida a la crisis del COVID-19" con financiamiento del Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá.