Artículo publicado por el CECI Bolivia
Dania Patricia Fortez Cruz es la presidenta del CCOBITUR (Comité de control de los protocolos de bioseguridad turístico de Torotoro). Actúa también como docente de la carrera de turismo del Instituto tecnológico superior de Charcas. La encontré durante una misión en el terreno en Torotoro, donde CECI tiene un proyecto de respuesta al COVID-19.
Recuerdo cuando, después de una reunión, dije casualmente ser feminista. Al decir eso los ojos de Patricia brillaron. “Ella es de mi equipo” decía después al presentarme a otras personas. Patricia es de esa mujer que le tiene miedo a nada. Conoce su historia y la de su país. Es una líder natural y orgullosamente feminista.
Es bastante interesante que tengan ese comité de coordinación para los protocolos de seguridad, enfocado para la industria turística. ¿Como empezó?
Empezó en junio del 2020. Con la pandemia, el parque nacional pudo ver que la actividad turística había sido totalmente golpeada. Aquí en Torotoro, es una de las actividades más importante. El parque nacional elaboro protocolos de bioseguridad para planear la reactivación del turismo. El parque empieza a implementar los protocolos, pero no era suficiente. Había la necesidad que la parte local, los prestadores de servicios como restaurant y hoteles, que la comunidad empieza también a tomar responsabilidades. Debíamos ver cómo organizarnos y llevar a cabo la reactivación turística respetando las medidas de bioseguridad. Se ha creado el comité desde esa necesidad de involucrar a vario actores. Ahora, el comité involucra a todos los sectores: las instituciones, la alcaldía, el parque nacional, centro de salud, policía boliviana, y el Instituto Charcas que apoya como academia. También están involucrados los prestadores de servicios como hospedaje, alimentación, transporte y los guías.
¿Como llegaste a ser presidenta del comité?
Había también la necesidad que alguien controle un poco y dirija. Entre todos ellos hubo una votación para que el instituto, a la cabeza de mi persona, se haga cargo de la dirección de ese CCOBITUR. Entienden que hay profesional del turismo que conocen bien el tema. Estoy muy agradecida. Es una responsabilidad a honore, que sale de mi corazón. Torotoro me ha dado mucho en tema de mi crecimiento profesional y siento que debo mucho al pueblo.
¿Como le ha parecido el aporte del proyecto?
Todo proyecto o aporte es muy bien recibido aquí en Torotoro. El hecho que llegue una fundación, un centro de investigación, con la cooperación canadiense, para nosotros es una fortaleza y una grande oportunidad. De esa forma nos llegan recursos económicos, gestión y apoyo que no tenemos que desaprovechar de ninguna manera. Ellos podrían haber fijarse en otro atractivo, otro territorio. Estamos muy agradecidos que se eligió Torotoro. También aprovechamos de las capacitaciones, de la información que nos brindan, de los kits de bioseguridad y los paneles de información. Creo que a todo eso tenemos que corresponder. Todo lo que CISTUR ha hecho, ha sido totalmente provechoso y beneficioso. Nos ha permitido dar funcionalidad y esperemos lograr más apoyo en otros temas también.
El empoderamiento económico de las mujeres es un tema vital para el CECI. En Bolivia, vemos el ambiente profesional de guiaje y del turismo como una oportunidad increíble, a pesar de que sigue un ambiente laboral con muchos más hombres. Y cuando hay mujeres, están relegadas a la cocina. ¿Porque crees que no hay muchas mujeres trabajando en turismo, fuera de las tareas tradicional como de la cocina?
¡Empezaremos con el comienzo! Bolivia y Sudamérica, han sido colonizado por parte de estado totalmente machista. Eso era bien a fuera de lo que nosotros llevamos como valores, como pueblo prehispánico. Sabíamos del cha cha warmi, de que el hombre y la mujer tenían importancia. Ambos hacían el trabajo de alimentación, de cuidado, de enseñanza a los hijos. Eso cambió cuando llego la colonia con valores totalmente distinta. Hasta ahora sigue esa idiosincrasia y Torotoro no ha quedado al margen. Nosotros también tenemos eso comportamientos. Sigo escuchando a mujeres que no pueden guiar porque sus esposos creen que están “buscándose hombres”. Todavía hay gente que no conoce el contexto y que no se informan sobre el tema, que siguen de mente cerra.
Pero, las cosas van cambiando gradualmente. En los últimos años hubo más cambios en este sentido. Nos llegó la información que la mujer puede hacer lo mismo que el hombre. Hay más y más mujeres en las instituciones públicas, en el instituto somos tres mujeres y un varón. Ahora, más de la mitad de nuestros estudiantes son mujeres. El impedimento de tener hijos ya no es la prioridad. Ellas tienen ganas de salir y de explorar.
¿Como crees que se puede mejorar eso y facilitar que mujeres llegan a tener más espacio en el ambiente del turismo?
Hay oportunidades, solo nos falta educarnos y informarnos.
Por ejemplo, con el Instituto Charcas, que los estudiantes sean hombres o mujeres, todos van a hacer las mismas tareas en práctica. Si vamos a acampar, ambos tendrán que cocinar. No importe si uno no sabe cocinar, va a aprender. Hay gente que dijo que varios atractivos turísticos son peligros para mujeres, pero hemos ido y ellas han llegado y han liderado sin problemas. Finalmente, todo eso es tema de educación y formación. Es tema de llevar a la práctica y dar el ejemplo nosotros mismos.
Torotoro no siempre ha sido como es ahora, y se ha desarrollado mucho a través del turismo comunitario. ¿Cuáles son las claves para que se lleva a cabo el turismo comunitario?
La educación es la base del desarrollo de cualquier lugar. Creo que también ha sido fundamental para el desarrollo del turismo. Muchos de los estudiantes que tenemos vienen de las comunidades y ellos mismos aprenden a manejar el turismo.
Se puede hablar de turismo comunitario cuando las comunidades locales o indígenas son las que administran, organizan y manejan el turismo. Administran sus emprendimientos y son guías de turismo. Tienen sus restaurantes y sus hoteles. Eso es el turismo comunitario creo yo, cuando las comunidades pueden manejar cualquier tipo de actividad turística.
¿Y en ese sentido trabaja el instituto Charcas, donde usted es docente?
¡Si! Nuestro trabajo con el Institutos Charcas es eso. Estamos formando y capacitando a estudiantes de las comunidades, todos los días. Les estamos permitiendo nuevas experiencias a través de viajes por todo Bolivia, para que vean como otros destinos manejan su turismo. Nos permite ver qué cosas se hacen bien y que cosas no deberíamos repetir. Eso es lo que hace el instituto a través de su formación en turismo. Eso es la forma para manejar un turismo comunitario real.
Somos muy orgullosos porque siempre hemos tenido muchos estudiantes. Siempre hemos tenido la cantidad suficiente y necesaria para seguir desarrollando el turismo. Además, estamos abriendo nuevas perspectivas, nuevos horizontes, para ir aumentando la oferta turística en Torotoro.
¿Algo más que quieres añadir?
En algún momento, herramos la zona con índice de pobreza más alto. Gracias a todo el apoyo que hemos recibido, ya no hay migración como había antes. Los jóvenes se quedan más porque hay oportunidades y es posible tener una vida cómoda. Torotoro es un lugar mágico, donde la gente es muy agradecida y te ven como un amigo. ¡No se olviden de Torotoro!